«Recuerda que sólo eres un hombre». Un esclavo se encargaba de susurrar esta frase a los generales victoriosos del Imperio Romano cuando celebraban su triunfo por las calles de la capital del mundo. El pobre siervo tendría más miedo que vergüenza. Seguro que su principal preocupación era sujetar la corona de laurel de una forma más o menos digna sobre la cabeza del orgulloso militar. Lo de amargarle la fiesta al hombre del día, imponiendo su voz sobre la cacofonía de vítores, trompas, chirimías, el trote de la cuadriga o su propio temblor, pasaba a ser un tema secundario. Aquella figura pudo ser simbólica pero sorprende que en la época clásica se utilizaran pepitos grillos para bajarles los humos a sus próceres.
Dos mil años después Berlusconi ha empleado a la inversa aquel personaje. Se ha rodeado de aduladores que le recuerdan, continuamente , que él es el macho alfa de la inmensa manada en la que se ha convertido Italia. Tienen nombres y apellidos. Uno de ellos es Emilio Fede, director de informativos del canal Rete Cuattro. Como periodista del imperio televisivo del presidente se encarga de loar su figura. Tanto, que fue condenado por las autoridades audiovisuales italianas por manipulación. De mamporrero mediático ha pasado a ser compañero de francachelas e, incluso, a realizar el control de calidad a las chicas del bunga bunga. Nicole Minetti también le consigue carne fresca. Esta higienista dental comenzó salvando la dentadura de Berlusconi después de que el presidente interceptase, en pleno vuelo, una figurilla del duomo milanés lanzada por un perturbado. Pese a llevar la mitad de los dientes en el bolsillo, el macho dominante se fijo en la bella enfundada en la bata blanca. Su carrera ha sido meteórica. Enseguida pasó de la camilla de aquella clínica a la cama del Silvio y desde ahí al parlamento de Lombardía como consejera. Sin embargo no son consejos políticos los que ofrece a las candidatas al catre presidencial. A una de ellas, basándose en su experiencia le sugirió: «concéntrate en el francés, le vuelve loco». Porque ese es su oficio, surtir de coimas, barraganas, pupilas o furcias las orgías de Berlusconi. Saturnales más propias de un rijoso Calígula o de un depravado Tiberio que del dirigente democrático de la séptima potencia mundial.
En cualquier país europeo Berlusconi sería un mal chiste. Hubiese dimitido hace mucho por sus continuos escándalos políticos, fiscales o sexuales. Todo el mundo conocía y consentía las juergas del grotescamente apodado «cavaliere». Había incluso testimonios gráficos. Giuseppe de Rita, un reputado sociólogo italiano describe el comportamiento de sus compatriotas así: «La clave es la atracción antropológica que ejerce Berlusconi, que tiene una relación directa con la gente, a quien le gustaría parecerse a él porque es rico, porque tiene mujeres, porque tiene mansiones, autos, todo…» Creo que más que antropológico es biológico. Los hombres envidian y respetan al macho alfa, pero también muchas italianas estarían encantadas de pertenecer a ese selecto rebaño que a cambio de sexo las arrima al poder. No hay otra explicación racional, así están las cosas en el país de las mamachicho.
Karima el Mahroug, una voluptuosa marroquí apodada Ruby Rompecorazones se ha convertido en el talón de aquiles del, hasta ahora, intocable presidente italiano. Silvio le ofreció todo lo que hoy les niega a los miles de magrebíes que se hacinan en Lampedusa. Siete mil euros por acostarse con ella y cinco millones para que no lo contase. No contenta con ello, Ruby fue detenida por el robo de tres mil euros. Una llamada del jefe bastó para sacarla de la cárcel. Berlusconi, con una prodigiosa visión política, aseguró que era sobrina de Mubarak. Ruby tenía diecisiete años. No es la primera menor que complica la vida del septuagenario. Su relación con la rubia Noemí Letizia, a quien regaló un collar de 6.000 euros, le costó el divorcio hace un par de años. Ahora el asunto es más grave. Berlusconi se sentará en el banquillo a principios de abril frente a tres juezas. Se le acusa de prostitución de menores y de cohecho pero lo que está en juego es el honor de Italia.
el cetro de otokar 
